jueves, 7 de abril de 2011
Pobre Zancarrona...
Así es como se llama esta adorable niña.
Que digo pobre Zancarrona, pobre su padre Carlos.
El pobre no da abasto con ella.
Es que Zancarrona es muy cabezota y cuando algo se le mete en ese verde meloncete que tiene por cabeza no hay manera de hacerla entrar en razón.
Ahora la ha tomado con su padre.
Resulta que Zancarrona se va haciendo mayor y claro, hay cosas que van cambiando.
Zancarrona siempre ha llamado a su padre Papá, como todos los niños, y para ella Papá igual que Mamá, no hay más que uno.
Hace unos días le dieron una mala noticia, le dijeron que su padre no se llama Papá, sino Carlos.
- ¿Dónde está mi Papá? Llora desconsolada Zancarrona.
No manera de hacérselo entender.
- ¿Pero no ves que soy Papá tonta?, ¿No ves que soy el mismo, hablo igual, tengo la misma cara, los mismos ojos…?
- ¡No!, ¡Yo quiero a Papá!, ¡Tú no me engañas, tu te llamas Carlos, yo quiero que vuelva Papá!
- Pero Zancarrona, entiéndelo, antes me llamabas Papá porque yo era el único Papá que conocías, pero ahora vas a ver que otras niñas tienen otros Papás y debes saber que el tuyo se llama Carlos para diferenciarlo de los otros Papás.
- ¡Noooo!, ¡Mentirosoooo! Zancarrona llora desconsolada.
- ¡Papá ha desaparecido!, ¡Ya no existe! dice Zancarrona.
- ¡Papá se ha ido para siempre y ha aparecido este hombre llamado Carlos, que aunque sea igualito que Papá, yo sé que no es el mismo!, ¡Este Carlos es un hombre nuevo y diferente de Papá!
- ¿Cómo va a ser el mismo si Papá se llamaba Papá y este hombre se llama Carlos?
Pobre Zancarrona y pobre Carlos.
Esta Zancarrona es que no se entera...
A ver si aprende rápido y lo comprende, porque el pobre Carlos empieza a estar ya hasta el gorro de las tonterías de Zancarrona.
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Cuando usted utiliza la ironía, no hay quien pueda. Estilazo.
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