Seguro que conocen la fábula de la Zorra y la Cigüeña. La Zorra y la Cigüeña es una fábula de Esopo reescrita tanto por Jean de La Fontaine como por Samaniego, en francés y español respectivamente. Se la recuerdo brevemente. La Zorra quiere gastar una broma pesada a la noble Cigüeña y la invita a comer a su casa. Una vez allí la Zorra sirve dos platos de sopa. La Cigüeña intenta comer pero con su largo pico es incapaz de probar la sopa mientras que la Zorra, consciente de ello, lame y relame su plato hasta el final. La educada Cigüeña agradece la invitación y cortésmente dice que la sopa (que no ha probado) era deliciosa. Al tiempo es la Cigüeña quien quiere devolver la invitación y le dice a la Zorra que venga a comer a su casa. Cuando llega, le sirve unos exquisitos trozos de carne en el interior de un jarrón con un estrecho cuello. La Cigüeña va introduciendo su largo pico en el jarrón y saboreando la comida, mientras la Zorra se desespera sin poder probar bocado.
Moraleja: Esopo afirma que "debe llevarse con paciencia que le traten a uno como ha tratado a los demás". Por su parte La Fontaine dice que "no hay que engañar a los demás porque conocen tus debilidades y te pagarán con la misma moneda", muy semejante a Samaniego que sentencia que "también hay engaño para los pícaros".
¿Y esto a que viene ahora? Seguro que tanto a ustedes como a mí se nos ocurren muchos casos de Zorras que reciben lecciones de Cigüeñas. Los dejaremos para otra ocasión porque este post pretende hablar de fútbol sobre esta metáfora que nos brinda un lector madrileño en 1922:
La dualidad campo duro (Fútbol de toque) Vs campo blando (Fútbol de fuerza) era un debate cotidiano en aquellos días, que aún hoy no se ha terminado de esclarecer. Incluso en aquellos tiempos había quien afirmaba que los campos duros tenían que desaparecer.
Flaco favor le hubieran hecho al espectáculo los que proponían tal temeridad. Espectáculo del cual el máximo exponente no era otro que el Sevilla Fútbol Club.
Efectivamente la dualidad quedo patente en dos encuentros consecutivos. El primero de ellos sin lluvia y por tanto, en campo duro.
En la crónica escrita por un periodista madrileño (F.C.) podemos comprobar como por aquellos tiempos el término "merengue" era utilizado por el periodista madrileño para referirse al Sevilla F.C. mientras que al Real Madrid le denominaba club blanco. Periodista que además, se mostraba como detractor del fútbol de toque de la escuela sevillista.
Sin embargo, los equipos disputaron un nuevo partido al día siguiente y las tornas, al mismo tiempo que el clima, cambiaron drásticamente.
Tanto llovió que el partido tuvo que ser suspendido tras los primeros 45 minutos de "juego".
Pese al clima, al campo impracticable y al severo correctivo, este segundo periodista madrileño (Sr. Mateos, al que presuponemos con mucho mejor gusto por el fútbol) no pudo más que rendirse a la evidencia de lo que había presenciado.
Pues a ver si es verdad y este sábado demostramos eso mismo, eso que dice el Sr. Mateos, eso que siempre, desde el principio, ha sido así, por más que algunos "jugadores" arrastren a veces nuestro querido escudo por recónditos pueblos con la desvergüenza más absoluta.
Recuerden lo que dijo el Sr. Mateos:
"Viendo el juego de los sevillanos, comprendemos lo difícil, lo imposible que debe ser ganar al Sevilla en su campo y con su público".
Amén.
PD: Para los más curiosos, estas fueron las alineaciones de aquellos dos partidos.
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