Por octava vez en Europa (II)

Aún recuerdo aquella noche como si fuera ayer.

Salimos directos hacia la puerta de Jerez para celebrarlo y durante toda la noche no paramos de interpretar, retransmitiéndola como si la volviéramos a vivir en directo una y otra vez, aquella mágica jugada que nos metía en Europa, para algarabía de todos los sevillistas que nos rodeaban: “…la coge Fran, Fran pasa a Manjarín, Manjarín avanza, mete el centro para al Alfredo, ¡Alfredo de cabeza y…!, ¡¡¡GOOOOOOOLLLL!!!

Menuda fiesta.

De la puerta de Jerez nos fuimos a casa.

No, a nuestras casas no, a nuestra casa, es decir, al Ramón Sánchez-Pizjuán, y lo que allí ocurrió queda para la historia.

Obligamos a que nos abrieran las puertas de nuestra casa para poder celebrarlo allí todos juntos como es debido, en familia.

Correteábamos y cantábamos por el césped cuando el entonces vicepresidente sevillista Jose María del Nido habló por la megafonía del estadio.

Fue un día inolvidable.

El estadio sufrió algunos desperfectos fruto de la euforia. Las redes y el césped padecieron las principales consecuencias.

Yo, y otros locos como yo, nos quisimos llevar de recuerdo un pedacito de aquel césped. Ruego que me perdonen.

Al llegar a casa lo sembré en una maceta y durante años regué a diario aquella maceta con césped del Sanchez-Pizjuán. Fue como tener un trocito del estadio en mi propia casa. Cosas de críos, ya sé...

A lo que íbamos. Fue una clasificación europea meritoria, más teniendo en cuenta que en aquel momento éramos el noveno presupuesto de la primera división.

Llegados a este punto hay que dejar las cosas claras.

Hay muchos que dicen que no tenemos memoria. Que antes celebrábamos como locos una clasificación para la UEFA y ahora nos sabe a poco.

Llevan algo de razón, pero en el fondo no estoy de acuerdo.

Tal vez no es que no tengamos memoria, si no quizás tenemos demasiada memoria.

No es nuestra propia memoria, porque no la hemos vivido, pero es una memoria heredada de nuestros mayores.

Una memoria que nos dice que somos grandes, que siempre estuvimos arriba compitiendo con los mejores por los primeros puestos.

Una memoria que dice que somos (y siempre hemos sido) el Club más grande de Andalucía y uno de los más grandes de España.

¿Qué ha pasado entonces?, ¿porque no hemos jugado decenas de veces en Europa si fuimos tan grandes?

Vamos a verlo gráficamente pues suele decirse que una imagen vale más que mil palabras.

En este gráfico están representadas las clasificaciones del Sevilla FC en sus 67 temporadas en primera división, obviando gráficamente para mejor visión un par de ellas en las que quedamos en último lugar y descendimos.

Le hemos adjuntado una línea de tendencia (cosas matemáticas que no nos hemos intentado nosotros) y vemos que la tendencia es clara.

Siempre estuvimos arriba, en los años 60 caímos y ahora estamos volviendo a subir.

Vemos por tanto 3 épocas bien definidas. Dos épocas doradas y una época gris.

El “problema” es que las competiciones europeas comenzaron precisamente cuando el Sevilla FC cayó a esa época gris, lo cual nos privó de poder representar más veces a nuestra ciudad por Europa.

Una época gris que como saben, fue la consecuencia directa de la grave crisis económica que supuso para la entidad sevillista la construcción con fondos propios del actual estadio Sánchez-Pizjuan. A nosotros nunca nos hicieron los regalos que a otros no paran de hacerles. Que se le va a hacer.

Como decíamos, la Copa de Europa comienza en 1955 y básicamente la disputa el Real Madrid, cuya supremacía en aquellas fechas era aplastante.

La Recopa de Europa comienza a principios los 60 y la UEFA a principios de los 70 (la copa de ferias es de finales de los cincuenta pero no goza de carácter oficial).

Europa por tanto, nos pillo en nuestra época gris.

Época de crisis. De losa económica. De cainismo. De mediocridad. De nada. Pero época temporal, circunstancial y pasajera que no representa lo que realmente significa es el Sevilla Fútbol Club.

Ahora parece que hemos vuelto a nuestros fueros. De nuevo estamos aquí. En el lugar que por Historia nos corresponde. Entre los mejores, entre los primeros, en el Olimpo.

El lugar del que nunca debimos salir. El lugar que nunca deberemos abandonar de nuevo. El lugar que hacemos recordar a nuestros dirigentes y jugadores que debe ocupar este Club y que exigimos que defiendan con todo el corazón y orgullo posible, como lo hacemos nosotros, ni más ni menos.

El lugar sobre el que inculcaremos a nuestros sevillistas más jóvenes que el Sevilla debe ocupar siempre.

Confiemos en que no caigamos nunca más de este nuestro lugar y sigamos estando siempre arriba, y que pasear nuestro nombre por Europa sea algo cotidiano para así poder seguir cantando aquello de “Otro año igual, otro año igual…”